viernes, 30 de julio de 2010

Casualidades

Una de las cosas que remendé hace años fue mi inexplicable devoción por las casualidades. Llega un momento que crees que la consecución de casualidades no es tan casual y te lías, te fías de ellas, te aferras y las aceptas como Biblia.
Eso te pasa cuando todavía eres un libro en blanco. Conoces a un tío, todo apunta a él y corres el peligro de caer en la convención social del destino. Y es que, digan las señales misa, no hay causa en estas casualidades. Si te restriegas un poco los ojos te das cuenta que son más cosas de princesas y hadas que del mundo mortal. Es una ensoñación sin sentimiento. Te crees que todo pasa porque hay una predestinación. De ahí sacas una historia de romeos y julietas y te la crees. De aleteos gástricos nada de nada.
Las casualidades existen, sin embargo, no forman parte de una historia hasta que realmente comienza. Ésas son las buenas. Te das cuenta a posteriori, ahí reafirman, ahí valen.

miércoles, 28 de julio de 2010

Seres anónimos

Ojala fuéramos verdaderos seres anónimos. Personas que nunca se vieron la cara y que son felices ante tal descarada ignorancia. Así nunca hubiera llegado nuestra noche, no hubiéramos empezado el guión de nuestra maltrecha historia.
Hoy no pensaría en ti con visceral odio, ni tú sentirías en mi cabeza tal amarga indiferencia por mí. No habría nada, salvo el hormigueo del que sabe que algo se pierde, perfectamente combatible, respirable, no como este oxígeno contaminado que me das.
No tendría las náuseas que vomitan mi alma por perder un compañero para toda la vida, el amigo que nunca pierdes, ni cuatro días. Yo eso no lo tengo. Eso no me lo van a dar el tiempo ni la distancia, porque, aunque ahora te empeñes en encasillarme en ese descuidado grupo, nunca fuimos seres anónimos.

jueves, 22 de julio de 2010

Con la mente

En los casos de punto y final en los que retumba una interrogación de fondo la prudencia es importante. Pero hay dudas, ya que no evita que la espera se transforme, por abandono, en distancia infranqueable que en vez de reforzar lo que ahora es una intuición la disuelva en un borroso recuerdo. ¿Cuánto hay que esperar?
Estas cosas hay que hacerlas bien. La intuición está coja y es difícil ver si lo que aflora son sensaciones que estaban algo dormidas o egoísmos provocados por celos, recueros idolatrados, ocioso aburrimiento o las hostias que recibes por otros lados. No descarto que sean imaginaciones patrocinadas por Kit Kat, y no estamos como para arriesgarnos y terminar todos en el dentista.
Sin embargo, ahí están esos pensamientos que hacen inoportunas apariciones en las noches. Últimamente pisan más fuerte, pero mañana podrían descansar, como ya lo hicieron antes.
Un clásico dilema. Firmar un contrato para que tu corazón ame incondicional y eternamente acabaría con el romántico vaivén, pero ahorraríamos en ibuprofenos.

Me rindo


Dicen que siempre hay una alternativa. En nuestro juego desde luego que no la hay. Sé que todas mis opciones son la misma: rendirse; porque contigo no hay alternativa en la que yo salga ganando.

martes, 20 de julio de 2010

Masoquismo

Los seres vivos, los vividores vividos por haber y por vivir, somos masocas. Yo misma. O si no queremos burros delante, cualquiera de mis amigos. Sentimos una extraña necesidad de seguir a los que picotean de nosotros. Como en un buffet, un poquito por aquí, otro poquito por allá, hoy me apetece tarta, mañana no...
Nos condenamos a revivir una y otra vez nuestros momentos espinosos. ¿Qué pasó? ¿Qué hizo él? ¿Qué no dijo ella? ¿Qué he hecho mal? Y así, una y otra vez, hasta que se nos repite el ajo de los recuerdos.
Además de esta recreación mental del dolor, la tecnología aporta a nuestras vidas más sal para el deleite victimista: 160 caracteres para explicarlo todo. La síntesis. La maldita síntesis que desemboca en un mensaje insulso. Lo enviamos. ¿Y luego qué? La espera, el reloj que corre y el análisis posterior a cada una de esas letras que no fueron comprendidas ni bien compuestas.

domingo, 18 de julio de 2010

Números

Somos dos. Tú dices que uno o ninguno. Uno, porque eres tú. Ninguno, porque no voy yo.
Ninguneas el número que intento sumarte a tus cálculos y yo me siento un redondo cero a punto de multiplicarse. A puto punto. División total.

Por si los lobos

No lo fue el primer día ni tampoco lo será este. Siempre alejados, sus almas se encuentran en conversaciones que comparten. Se imaginan y cruzan miradas que acaban en nucas, sonríen a otro lado para evitar interpretaciones de terceros y cuartos.
Lo ajeno y lo propio son metacrilato hecho muros que cercan las posibilidades. En la lejanía se hacen señas de humo para que el otro sepa que el uno está ahí, aunque rápido las apagan por si llegasen los lobos.

viernes, 16 de julio de 2010

Platón

No sabe Platón que ella ya se fijó en él en su momento, que vio una mariposa donde todavía había un gusano de seda. Sus encuentros fortuitos puede que no calaran en ella cuando él más lo deseaba, pero no pasaron inadvertidos.

Y así, entre holas y adioses, llegó el día en que su musa le robó un beso. El joven Platón se vio desbordado al comprobar que su diosa era de carne, hueso y sexo y se alejó para desearla en la distancia y mantenerla en el altar de las musas, de donde nunca debió haber salido.

domingo, 11 de julio de 2010

Prosa no escrita


Mis mejores líneas son las que no escribo, las que surgen de mi resumen del día en la noche. Se pierden en mis sábanas por falta de papel y boli. Se esfuman al pulsar el interruptor, como monstruos en la luz diurna.

Finales

No me da miedo Holanda, me dan miedo los ojos que irrumpen en mis minutos. Me asusta que me suelten tus doradas manos, me aterra que alguno de los implicados quede herido de bala.
No me da miedo Holanda, me da miedo no saber qué es esto ni cómo acabará. Me inquieta sospechar que puede que nunca empezara.

martes, 6 de julio de 2010

Órganos

Los corazones rotos se curan con agresivos medicamentos y el letargo es tal que parece que nunca se va a recuperar el pulso alterado de los que están vivos. Entonces, intervienen otros órganos.

viernes, 2 de julio de 2010

El arte de dormir

Noches en vela o noches largas de falsos fantasmas. Intermitentes sueños, caras sin rostros, voces conocidas. La suma del gato que se cruzó esta tarde, la historia que te contó tu amiga, el murmullo de tus pensamientos y el eco de tu inconsciencia.
Crepúsculos sin claros y con oscuros. Sudores fríos, espasmos que interrumpen tu sueño, recuerdos que vuelven, historias que te agarran el cuello a dos manos.
Protagonistas como el vacío y tú cayendo en él, la ropa que no te pusiste o los dientes que escupes.
Es la realidad trastornada por tus ojos cerrados; lo irreal palpable, lo ilógico sentido. La jaula donde las pesadillas encierran al descanso. O la almohada traidora que se retuerce cada media hora. Las sombras... Y ese despertador que suena cuando se dispersan.