Crepúsculos sin claros y con oscuros. Sudores fríos, espasmos que interrumpen tu sueño, recuerdos que vuelven, historias que te agarran el cuello a dos manos.
Protagonistas como el vacío y tú cayendo en él, la ropa que no te pusiste o los dientes que escupes.
Es la realidad trastornada por tus ojos cerrados; lo irreal palpable, lo ilógico sentido. La jaula donde las pesadillas encierran al descanso. O la almohada traidora que se retuerce cada media hora. Las sombras... Y ese despertador que suena cuando se dispersan.

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