miércoles, 24 de noviembre de 2010

Justificando mi ombligo

Soy una pshycokiller de la red, de esas que un día se levantan y deciden cargarse sus cuentas de correo electrónico, redes sociales y blogs... Lo hago sin premeditación para que los cargos no sean mayores.

Lo último que me he cargado es mi blog de deportes. Bueno, técnicamente lo he dejado en standby, por si "me revuelvo". Nunca se sabe; este blog De vuelta de nunca jamás, estuvo inactivo dos años. Y me había acompañado durante tres que tienen como resultado un "blogmixdown" que en ocasiones me sonroja -pocas, ¿eh?-, aunque sobre todo devuelve imágenes a mi cabecita loca. Con veinte no tienes filtro y el blog se convierte en una mezcla que ríete tú del los recopilatorios de las gasolineras: declaraciones de amor, de odio, comentarios sobre deporte, política, felicitaciones de cumpleaños, etc.

Este año lo recuperé, le quité el "de Nunca Jamás" -ahora estoy de vuelta de casi todo- y con un breve post expliqué que retomaba. Ya no parece tanto un diario de una adolescente tardía, pero sí hay mucho ombliguismo. Ombliguismo antropológico: observar actitudes y sensaciones para después plasmarlas. Muy Twitter.

Desde esa perspectiva, la de mi ombligo, las cosas son distintas, y desde ahí creo que todos somos soberanos para hablar de lo que más rabia nos da: en mi caso, la vida. De este modo voy colando pensamientos entre el resto de textos. Y amenazan con invadir el blog ¿Razón? miombligo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

¿Es bueno o no?

Una vez un segundo me dijo de un tercero que no sabía si era buena persona o no. Lo soltó como quien dice "que sueño tengo", ahí, de tapadillo, en cuclillas. Probablemente sin ninguna intención, seguramente convencido de que caía en saco roto, sin que lo recogiera nadie.
Cómo no, mi cerebro, que es un malpensado, reaccionó al comentario como la coca cola al mentos. El segundo hablaba de un tercero que no conocía precisamente de ayer. Efervescencia pura en mi cráneo.
Desde entonces sospecho. Y me cercioro. Un paso más, me confirmo. No por la estima al segundo, no. Es esa duda -¿es bueno o no?- tan extraña. Esa interrogación desubicada.
Es la pregunta que tiene la respuesta más evidente de todas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Las cicatrices


Cada movimiento que hacemos se transforma en una marca en nuestro cuerpo. De vez en cuando esos gestos acaban en cicatrices y aunque a primera vista no se ven, se intuyen si consigues acercarte lo suficiente cuando su portador baja la guardia. Las manos palpan el recorrido cutáneo y encuentran un relieve, un disparo a quemarropa, una puñalada autoinfligida. Heridas cosidas con hilo grueso, en caliente y sin anestesia.
Estas cicatrices no son condecoraciones y sangran cuando se encuentran con dos ojos inquisidores que no saben si acertar los motivos o volverse ciegos.