lunes, 28 de junio de 2010

Las veces

A veces conoces a alguien. A veces te cambia la mirada. A veces os convertís en un secreto. A veces se acuerda de ti. A veces le sigues el juego. A veces le llamas. A veces te responde. A veces le das aire. A veces le eres indiferente. A veces le atosigas. A veces volveréis a veros. A veces decides olvidarle. A veces te lo recuerdan. A veces entiendes que no debe ser. A veces quieres que sea. A veces lo intentas. A veces le tientas. A veces hay interés. A veces hay cobardía. A veces le buscas. A veces desaparece.

miércoles, 23 de junio de 2010

La noche más corta para algunos

El calor del lejano fuego arde en sus ojos. No lo ve, pero dibuja en su cabeza la enorme llama que unos pocos valientes se atreven a saltar. En él quemaría hojas de reproches nunca escritos pero sí pronunciados. A él le pediría un deseo imposible.
La noche mágica del verano ya no es tal. La hoguera desluce entre los recuerdos hirientes. La ve borrosa... translúcida... La apaga con los ojos, en la distancia.

martes, 22 de junio de 2010

Ella 1

Hasta que no se lava los dientes no dice ni pío. Se levanta como en la canción, con su elegancia mañanera, y también la voz ronca de 7 horas mal dormidas de silencio. Sus pies descalzos bajan sigilosos los escalones en busca de un dulce con el que empezar el día. Nunca café, siempre Cola Cao. Después se pone en marcha.
Ella detesta la lentitud del transporte público aunque es ahí donde pone diálogos en conversaciones que no escucha por el sonido de su MP3. Cada compañero de trayecto es candidato a convertirse en ficción en las páginas de su diario, pero no lo saben.

lunes, 21 de junio de 2010

Eat raw meat

Coge de la mano mi oscuridad y camina por el trapecio sin importarte cuántos corazones pisas para no caerte. Toma la pastilla (eat me, eat me, eat me) siempre como consecuencia de una decisión rábica. Deshoja margaritas y libros de poemas ¡enteros! Y trágatelos con tequila y sin sal.
Escupe tu rabia en la sepultura de lo que pudo haber sido. Golpéate la cabeza hasta que olvides la persona que nunca más fue para ti. Monta un baile de Alt+Supr en tu disco duro y esquelético.
Ábrete las tripas, saca lo que te gusta y multiplica lo que te sobra. Reinventa tus entrañas. Cierra las heridas a base de golpes que sean tuyos. Y escúrrete de lo aburrido, envuélvete con grandeza, enrédate con todo lo complicado sin complicarte.

sábado, 19 de junio de 2010

Don Romántico


Dice que es un romántico y que por eso nunca se casará. La lista de desamores de su currículum le llevaron a la conclusión de que el romanticismo es incompatible con una relación estable. "El tiempo acaba comiéndose lo romántico", comenta.
Dicho esto, decide trazar un nuevo plan: compartir ese romanticismo con mayor frecuencia. Amoríos -que no amores- con fecha de caducidad, pero con la intensidad que la palabra "amor" se merece. Disfrutar así del tiempo de cortejo, que es lo que todo detallista prefiere, y rondar con asiduidad, que es lo que cualquier humano desea.
De este modo, Don Romántico se reconstruye a sí mismo. Ahora se hace llamar "Don Juan".

miércoles, 16 de junio de 2010

Que mis ojos no sean la paz que necesita tu mirada ni tus labios el descanso de los míos o que un centímetro de distancia pase de ser "demasiado lejos" a "muy cerca"... No lo entiendo.

Mis excusas y mis cuentos

El norte tenía tu nombre, y os he perdido a los dos. Se me ha olvidado quererte, bien por un golpe en la cabeza o por la anestesia que es la espera. No lo sé.
Los días ya no me despiertan con la ilusión de verte. Las noches se me atragantan por si no pudiera volver a hacerlo. Busco canciones que me sirvan de banda sonora a cada paso errado que doy, pero hablan de despecho y tú siempre fuiste el prota bueno.
Y entre los recuerdos del azúcar de tus labios aparece mi egoísmo. Un ansia de libertad que no conocía y que sólo oscila por ser mi cabeza hábitat de interrogantes. Esta incertidumbre que me devora me anima o me sirve de excusa para enredarme en historias que empiezan por el tejado y que sé que nunca tendrán suelo.

lunes, 14 de junio de 2010

Y sin paracaídas


El bien y el mal separados por una linea estrecha, la misma que une mi locura con mi sensatez. Ésa que conduce a tu irremediable camino... Por ella paseo como una equilibrista sin red.

viernes, 11 de junio de 2010

Monada

Doma a las fieras con su zig-zag serpentino, su pelo leonado, su mirada felina y sus prendas de guepardo.


Y lo hace al son de sus tacones.

jueves, 10 de junio de 2010

Un día como hoy

“Dando guerra”, así resume mi madre cómo vine al mundo. Yo, condenada a vivir nueve meses en la barriga de mi madre bajo el nombre de “inquilino” porque me empeñé en llegar al mundo pisando fuerte, de pie y con una pierna arriba que impedía ver si se trataba de Jaimito o Andreíta.

No habían pasado siete meses cuando mi madre rompió aguas. Ella, por supuesto, ni se enteró. “Oye, que no te has orinado, que estás de parto” debieron decirla.

Mi madre, Adela, llamó a mi abuela, también Adela, y como en el trabajo no tenía nada que llevar al hospital se pasaron por el Corte Inglés a por un par de camisones.

Les costó contactar con mi padre, por aquello de que un abril de 1985 lo del móvil no se llevaba y porque mi progenitor, Juan, estaba en una reunión con el ministro de Educación de turno. Al final consiguieron contactar con él, y él, el profesor sindicalista, mi padre, llegó antes que mi madre al hospital. “Deben de estar en el Corte Inglés”, le dijo a la comadrona. Ella no lo creía, pero poco después aparecieron mi madre y mi abuela con bolsas delatoras colgando de sus manos.

Yo no nací aquel caluroso día de abril por ser demasiado pequeña. Eso sí, condené a mi creadora a permanecer 21 días en el hospital. Fue el 10 de junio de ese mismo año cuando produje esa cicatriz que junto con la de la peritonitis parte su tripa.

Tampoco me tocaba nacer, pero esta vez no fui yo quien rompió el saco. Lo juro. La cuestión es que nací casi a los nueve meses de la hora “h” de ese día “d” que calculo que se dio en septiembre.

3 kilos y 125 gramos y 51 centímetros de Andrea. Nada. Mi madre asegura que me soñó poco antes de dar a luz. La misma cara, las mismas manos, pero no acertó en lo del sexo. Hay semanas del mes en que maldigo el día en que no me llamé Jaime.

Paréntesis

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Porque dos años sin escribir son una vida entera: Volvemos
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