martes, 11 de julio de 2006

ESPECTROS DE UNA NOCHE ETERNA


En la quietud de la noche, cerca de la calma del oleaje del mar y la brisa gallega, irrumpía un grupo de espectros. Ellos les miraban asustados, indignados, inquietos, desesperados. Los zombies marcaban su ritmo a tientas con unas caderas a punto de quebrarse. Chas!... Chas! Ritmo descompasado, indiferente a la melodía, apegado al ruido, ávido de más gasolina que ingerir. Ellos les observaban detrás de la lona: sus sombras y los parpadeos eléctricos rayaban la estética de un cuerpo en movimiento. No había distinción entre un vivo y un muerto, pues la muerte era el pan de cada día, la pastilla de cada media hora. Ellos se preguntaban cómo un cerebro podía soportar tales estruendos, cómo los huesos no se deshacían con el calor químico o se fragmentaban por el frío de un mal viaje. En algún momento debieron ser niños, pudieron soñar con un futuro muy distinto... ¿En qué momento eligieron la no-vida? Morfeo les dio la pastilla equivocada.
Zumbidos, sonidos eléctricos, casi metálicos, letras faltas de argumento, rimas escupidas con sangre y sin corazón. Un sin-son sin sentido. Una daga para los tímpanos, una piedra puntiaguda para una espalda que intenta descansar. Aire contaminado para pulmones con ganas de respirar realidad.
Para los otros, un placebo que sustituye a la vida.

2 comentarios:

Ana dijo...

Supongo que llega un momento en el que olvidas que has sido niño. Tiene que ser duro ver como tus sueños se han convertido en ruido del presente. Nos quedaremos con las ganas de saber que pensaban los zombies sobre ello... creo que es una conversacion bizantina!!

jorgeimer dijo...

Ritmo descompasado, sonidos eléctricos, casi mecánicos,avidos de gasolina que ingerir...esto no son zombies, es la marina de los Estados Unidos.