martes, 2 de noviembre de 2010

Las cicatrices


Cada movimiento que hacemos se transforma en una marca en nuestro cuerpo. De vez en cuando esos gestos acaban en cicatrices y aunque a primera vista no se ven, se intuyen si consigues acercarte lo suficiente cuando su portador baja la guardia. Las manos palpan el recorrido cutáneo y encuentran un relieve, un disparo a quemarropa, una puñalada autoinfligida. Heridas cosidas con hilo grueso, en caliente y sin anestesia.
Estas cicatrices no son condecoraciones y sangran cuando se encuentran con dos ojos inquisidores que no saben si acertar los motivos o volverse ciegos.

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