
Estos meses se me han pasado volando, será por no hacer ná. Ahora estamos más cerca del final y si este año ha patinado en el calendario no imagino cómo será el siguiente. Quizás la espera lo alargue, pues echaré de menos a mis chicas (menos mal que se queda alguna... ¿¡me imagináis a mi sola con tanto chico!?).
¿Y después? Después otro año más rápido, pues cada uno estará con el pie mirando a otro lado, labrándose un futuro. ¿Se irán mis chicos? No, eso significaría que Sonia y yo dejaríamos de ser dos más ¿Me iré yo o tendré de turno de tarde? ¿Habréis repetido cuarto? (ah, no, que estudiamos periodismo).
Todo acabará y no sé si habré aprendido algo. Un agujero negro se tragará la cárcel de mujeres apartándola de nuestras vidas para siempre. Lejos quedará Cantarranas y su Fajardo tostándose al sol. Mourelle también seguirá vivo, pero echará de menos un Limón entomatándose. Sorela me extrañará (¡que sí!). El gordo que hace los sándwiches habrá aprendido a no mancharse de grasa. El césped se secará a falta el calimotxo que no podamos derramar los miércoles (por poner un día). La calle Valverde será silenciosa (la vieja borracha no sabrá a quién gritar y se tirará por el balcón). Túnez y Marruecos serán un punto tachado en nuestro mapa de destinos...
¡Mentira!
Ahora entiendo porqué la gente hace el doctorado; no es por lo que se estudias, sino por quién no-estudia contigo. SIEMPRE CIEGOS; SIEMPRE A TOPE.
(Paul Klee: "Vista de Kairouan")