martes, 18 de enero de 2011

Una nota

Ella se acercó y le dejó un papel doblado sobre la mesa. Acompañó la acción con un gesto que él no estaba seguro de haber entendido.
Él, rápidamente, guardó el papel debajo del teclado.  Cuando se convenció de que nadie miraba y de que ella estaba lejos, extendió la mano y deslizó la nota hasta el filo de la mesa. De ahí la llevo a su otra mano hasta encerrarla en el puño.
Veinte pasos hacia el frente, cinco hacia la izquierda, una puerta y un pestillo después desdobló la nota, que decía:
"No escribo sobre ti porque nunca me enseñaste las palabras para hacerlo"
Y con cuidado dobló el papel y lo guardó en el bolsillo del vaquero.

Orden en la sala

Vamos a replantearnos las cosas. Pensar en qué estamos haciendo. Adónde vamos. Y si estamos dispuestos a esperar más. A aguantar más.

Si merece la pena no poder planear. Si es lógico que nos planteemos de buena gana seguir con esta condición tercermundista cuando lo de ahora se acabe.

Si esta vida, esta dirección, cierra una puerta que queremos abrir cuanto antes: Nuestra puerta.

Valoremos si esto se está convirtiendo en el sueño de ganar un Oscar. Porque suena raro, pero es lo que hay.