
Él, rápidamente, guardó el papel debajo del teclado. Cuando se convenció de que nadie miraba y de que ella estaba lejos, extendió la mano y deslizó la nota hasta el filo de la mesa. De ahí la llevo a su otra mano hasta encerrarla en el puño.
Veinte pasos hacia el frente, cinco hacia la izquierda, una puerta y un pestillo después desdobló la nota, que decía:
"No escribo sobre ti porque nunca me enseñaste las palabras para hacerlo"
Y con cuidado dobló el papel y lo guardó en el bolsillo del vaquero.