martes, 5 de octubre de 2010

L

L no me entiende cuando digo que algunos cuerpos son hogares. Me pregunta de qué va eso. Le digo que algún día lo entenderá. Se enfada. Cree que otra vez la estoy tratando como a una niña.
Está en esa edad en la que te quieres comer el mundo, sientes que puedes y vas con esa actitud de "abran paso". Es una actitud que le da la mayoría de edad, sin soplar velas, lo que pasa es que nos gusta recordarle que hasta hace poco era una niña. La pinchamos. Lo hacemos para que sea consciente de esa parte de inocencia que tiene, para que la agobie tanto esa conciencia de inocencia que no pueda abandonarla y siga como nos gusta que siga.
Lo que L no se imagina es que lo de los cuerpos no lo entienden todos los adultos. Yo no se lo digo a L, quiero que se enfade y que un día, en un momento en el que será muy feliz, se acuerde de mi. Entonces sonreirá. Mientras sonrío yo con esta idea entrometida.

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