miércoles, 16 de enero de 2008

FÁTIGA

Con la espalda doblada y los pies hichados como una octogenaria camina deprisa hacia el autobús, envuelta en una bufanda que tapa sus orejas, su nariz, su boca y sus quejas. Pinchazos en sendos gemelos y una sombra debajo de sus ojos, mejor no encontrar a nadie en el asiento de al lado y evitar la que viene siendo la conversación del momento: "Cansada, de exámenes, a ver si acabo..".
Su mirada es roja, aquejada de las horas que ha pasado ante la pantalla. Se le emborrona el horizonte y pestañea continuamente para evitar que las lentillas escapen después de llevar tantas horas despiertas. Fátima se siente fatigada, no ve el momento de dormir y por eso los párpados le juegan una mala pasada en el autobús... Casi se pasa de parada.
En su cabeza hay un continuo ronroneo, un latir de sus arterias que intenta gritar entre tanto pensamiento planificador: "Llego a casa, miro a ver si me han contestado al correo que envié, ceno y después estudio un poco. ¿Y mañana? Mañana a clase, como y echo otra hora a la biblioteca, después corriendo al trabajo...". El bocata que tomó en el metro mientras se dirigía al trabajo se le repite, y eso que era poca cosa. Ahora se muere de hambre, pero no sabe si el sueño será el vencedor de la noche.

2 comentarios:

Guillermo Sánchez dijo...

Al menos la pobre becaria llega a casa y encuentra un pequeño chimpy que le recuerda que no está sola y que ese bocata no era merecedor de tal repetición ni las quejas merecedoras de tanta atención.
Una llamada a su niño y todo lo malo del día se mira ahora con un guiño desenfadado... no fue tan malo, pronto nos veremos.

Uqbar dijo...

Y quién le paga a Fátima el tiempo de pitidos y andenes. Le dicen que se está labrando un futuro pero tiene la espalda rota de hacerlo... Fátima está cansada pero desde algún lugar, en algún sitio, sus amigos le gritan "ánimo"... y Fátima al borde del último sueño dormirá reconfortada, por la dulce voz de su niño, y por que mañana, tal vez mañana, todo será distinto.