jueves, 16 de febrero de 2012

Los meses de la nevera

Es una pena que la perspectiva engañe de ese modo: estar dentro o fuera de esas cajas cada vez más planas, como cada vez más planos son sus sustentos. Toc, toc.

Ayer eché cuentas y al parecer me comí los meses que esperaban en la nevera. El tiempo corre a su manera, no se mide en lustros, años, horas ni décimas... A veces parece que vuelve tras sus pasos. Esos meses que aguardaban fríos como un verano sin sol, esos cientos de días que amenazaban con congelarme definitivamente, ya están digeridos y expulados como una lasaña despachada con el microondas.

No me olvido: habrá un día en que el televisor emita olores. Entonces darán buena cuenta de nuestro sudor.