miércoles, 13 de julio de 2011

Ni por mucho...

Ni por mucho que me esfuerce vas a dejar de tocar mi puerta una sola noche. Ni por caras que sonrían, oídos regalados, o calores que conquistar, va a haber manera de que tu idea se desvanezca. Ni por mucho daño que me hagas, hayas hecho o harás, vas a dejar de parecerme mi destino. Ni por muchas mañanas que anuncien un nuevo futuro... Siempre caerá el sol, saldrá la luna y la noche me recordará, una vez más, lo que el día me esconde.

miércoles, 6 de julio de 2011

Última parada

En una estación. Cae la tarde. Un chico intenta llegar a un vagón de tren. La marea de gente a contracorriente le bloquean el paso, le frenan, le reducen, tambalean, retrasan... Pero él jadea, suda la camisa color "azul soso" y sigue hacia adelante. Todavía queda una esperanza a la que aferrarse, una última llamada que suena por la megafonía y retransmite su propia voz. Si el tren se la lleva, con él se irá la felicidad.
Y allí está ella, la felicidad encarnada por una niña de carne y hueso. Pequeña, con el peinado tímido, pero donaires de confianza, de mujer. Juraría que le ha visto, pero es imposible. Se la escapa la risa tonta.
De repente, la megafonía cambia de voz. Él grita fuerte para que ella se detenga en sus intenciones de entrar al vagón. La chica se pone sus gafas de sol, parece que le mira, lo hace... "Sin embargo", coge esa maleta vacía que quiere llenar de mañanas y se adentra en el tren de su vida.
Y ahí se queda él, en las vías, mirando de un lado a otro. Reviviendo el déjà vu. Intentando explicarse si lo que pasó realmente sucedió; si dejó escapar el tren que juró que no volvería a perder nunca más. Y maldiciendo a la alarma del reloj que no funcionó a su debida hora, a los billetes que no compró para sentarse a su lado, al coche que al final no fue tan veloz como esperaba... Como necesitaba.