jueves, 9 de agosto de 2007

PÍCARA


Sé cómo será la luz del atardecer si topa con sus pasos y qué se escuchará en la habitación cuando deshaga su camino. A pesar de ello, por si acaso, lo memorizo.
No se inmuta, me estoy quedando con su tacto y su gusto y ni se percata. Mis ojos graban sus muescas y mis manos repasan cada una de sus líneas. Estrujo con fuerza los momentos como el que escurre un trapo húmedo hasta dejarlo seco, como el que quiere beber la última gota que se queda atrapada en la botella.
Toda su esencia, todo él, es para mi.