jueves, 25 de mayo de 2006

A UN PASO DE SER DIPLOMADOS


Estos meses se me han pasado volando, será por no hacer ná. Ahora estamos más cerca del final y si este año ha patinado en el calendario no imagino cómo será el siguiente. Quizás la espera lo alargue, pues echaré de menos a mis chicas (menos mal que se queda alguna... ¿¡me imagináis a mi sola con tanto chico!?).
¿Y después? Después otro año más rápido, pues cada uno estará con el pie mirando a otro lado, labrándose un futuro. ¿Se irán mis chicos? No, eso significaría que Sonia y yo dejaríamos de ser dos más ¿Me iré yo o tendré de turno de tarde? ¿Habréis repetido cuarto? (ah, no, que estudiamos periodismo).
Todo acabará y no sé si habré aprendido algo. Un agujero negro se tragará la cárcel de mujeres apartándola de nuestras vidas para siempre. Lejos quedará Cantarranas y su Fajardo tostándose al sol. Mourelle también seguirá vivo, pero echará de menos un Limón entomatándose. Sorela me extrañará (¡que sí!). El gordo que hace los sándwiches habrá aprendido a no mancharse de grasa. El césped se secará a falta el calimotxo que no podamos derramar los miércoles (por poner un día). La calle Valverde será silenciosa (la vieja borracha no sabrá a quién gritar y se tirará por el balcón). Túnez y Marruecos serán un punto tachado en nuestro mapa de destinos...


¡Mentira!

Ahora entiendo porqué la gente hace el doctorado; no es por lo que se estudias, sino por quién no-estudia contigo.
SIEMPRE CIEGOS; SIEMPRE A TOPE.


(Paul Klee: "Vista de Kairouan")

viernes, 19 de mayo de 2006

EL FINAL DEL COMIENZO DEL FIN


El fin. ¿Cuándo acaba, si es que termina, el fin? ¿Al empezar algo nuevo? Cuando algo acaba el mundo parece morir con ello, y no lo hace. El fin no es "al fin" siempre. Muchas veces es lento. A veces algo va a llegar a su fin, pero no vemos en qué momento nos dará tal regalo. El final puede darnos alivio y dejarnos pasar página para comenzar con otra cosa. Otras, el fin es doloroso y se prolonga hasta que "¡chas!" desparece como por arte de magia, de repente te percatas de que acabó... ¿Para siempre?
El final... ¿Sabe alguien cuándo empieza? Unas veces avisa, muchas se aparece. A veces es mucho más difícil ver llegar el fin de algo, y sin duda, mucho más tormentoso esperar sin ganas el castigo que supone.


El principio. ¿Cuándo comienza? Puede ser fácil verlo, sobre todo cuando se desea. Sin embargo, puede sorpendernos una historia nueva. Un sentimiento que hace florecer un capullo que nació de las raíces de una plata muerta. ¿Y cuando se presenta sin más? Irrumpe en los planes hechos, destrozándolos por completo. Esto también lo hace el fin.
¿Son tan distintos? Por ambos sufrimos, por ambos gozamos. A veces el reloj debería congelarse en ellos. También podrían resbalar las agujas del reloj para que pasase más deprisa.
¿El huevo o la gallina? ¿Todo lo que empieza se acaba? ¿Empezó cuando se acabó algo? ¿O acabó al comenzar? Después de todo, no hay nada más seguro que nuestro final. Nacer es poner en marcha la cuenta atrás, no obstante, sabemos que hay algo mejor y no dura un instante: vivir. Un buen punto de partida.

¿Principio o fin? Nuestros fines cumplen unos principios, así como descumplen otros. Y nuestros principios no tienen fin. No deben tenerlo. Tampoco nuestra alegría, nuestras sonrisas, ni nuestra felicidad. Pero estas son otra historia. Estas no se pueden medir.


(Salvador Dalí: "El enigma sin fin")

UN DÍA MENOS/MÁS

Cuando abrió los ojos se percató de que sólo acariciaba un collar.

sábado, 13 de mayo de 2006

SENTIR



Tumbada sobre su cuerpo en la aparente tranquilidad. De repente se asfixiaba, el corazón le palpitaba con gran fuerza. Se abrazó a él y acercó su rostro. Más besos y esa sensación. El cuerpo le vibraba. Él acariciaba su espalda. Pequeñas cosquillas llegaban hasta su cuello. Un sentimiento no comprendido. Le asustaba. Respiró hondo y le miró. Sonrió mientras le acariciaba la cabeza. Él tenía la mirada tranquila y risueña bajo sus ojos avellana. Sus labios rosados hablaban: "Te quiero". Ella volvió a besarle. La sangre subía a su cabeza. Sus ojos empezaron a humedecerse: "¿Qué me está pasando?". Una pequeña gota nacía y los recorría. Puso la cara sobre su hombro. Rápidamente. No quería que viese lo que le estaba pasando. Lo comprendió. Por primera vez en su vida lloraba de alegría.


(G.Klimt: "El beso")

jueves, 4 de mayo de 2006

CUENTO SIN TÍTULO

Era el verano perfecto: alejados de los problemas, las prisas, los humos, las tensiones... Se respiraba aire fresco y el color del mar, el agua clara y limpia, relajaba las miradas. El sol les golpeaba en la cabeza, pero el calor desaparecía con la brisa suave mientras que la humedad se pegaba al cuerpo.
Estaban solos y a miles de kilómetros de casa. Incluso, sin querer evitarlo,
se habían olvidado los móviles en las habitaciones.
La crema les protegía el cuerpo y se bronceaban pero sus bocas saladas se secaban.
La lancha iba rápida y saltaba de vez en cuando si alguna ola se sublevaba. Diego buscaba la arena y no perdía de vista el fondo. Le impresionaba como la lancha resbalaba sobre el mar.
De vez en cuando extendía una mano e intentaba agarrar todo el agua. Comparaba su textura con otras, pero ninguna le hacía sentir lo mismo.
Viendo esa paz sentía que no había nada igual. ¿En qué lugar estaría mejor? Se dejaría caer y encontraría el fondo, el mar le acariciaría y se relajaría en lo hondo. Las lágrimas se harían parte del océano y el dolor se aliviaría con una corriente de agua caliente. Todo quedaría atrás.
Quizá por eso el mar le infundía tanto respeto. Le llamaba.
Pero la voz se hizo reconocer y no era quien él pensaba. Una ola hizo saltar la lancha bruscamente y Diego se aferró a las cuerdas de esta. Ya había elegido. Estaba con la gente a la que quería, los problemas quedaban atrás.
Diego les miró, el salto de la lancha les había asustado y en sus caras todavía se veía reflejado el pánico. Entonces, se empezaron a reír de las caras de todos y cada uno de ellos.
Diego respiró hondamente, cogió la cantimplora y bebió agua dulce.